El fumador pasivo es quien "fuma sin querer", es decir, la persona expuesta al humo ambiental del tabaco.
La exposición a altas concentraciones de humo ambiental durante una hora, es equivalente a fumar dos o tres cigarrillos. Este humo se
compone de la suma del humo exhalado por el fumador activo y aquel que sale directamente del cigarrillo (el cual contiene hasta tres veces más nicotina y alquitrán que el que se aspira directamente del cigarrillo y unas cinco veces más de
monóxido de carbono).
¡Infinidad de riesgos!
Las personas expuestas al humo del tabaco
pueden experimentar irritación ocular, nasal y faríngea; dolores de cabeza; mareos; náuseas; cansancio; falta de concentración; disminución del olfato y del gusto; olor persistente en ropa y cabello... Además, la exposición al humo contribuye al desarrollo y la reagudización del asma.
El riesgo de padecer Enfermedad Vascular es 1,5 veces mayor que quienes no están expuestos al humo ambiental.
Las probabilidades de padecer cáncer de pulmón aumenta considerablemente. Según estudios realizados, las esposas de los grandes fumadores presentan un riesgo
relativo 25 % mayor para desarrollar cáncer de pulmón que las esposas de no
fumadores. Este riesgo resulta proporcional a la cantidad de cigarrillos
fumados por el cónyugue y a los años de exposición pasiva.
En el caso de las mujeres embarazadas expuestas al humo del cigarrillo, la
nicotina cruza la barrera placentaria libremente y llega al líquido amniótico y
a la sangre del feto a través del cordón umbilical. El líquido amniótico
proporciona una reserva que suministra nicotina en forma continua al feto, aún
cuando las concentraciones maternas bajen. El
monóxido de carbono y la nicotina aumentan la carboxihemoglobina fetal y
reducen el flujo sanguíneo placentario en un 25 %, originando una menor
oxigenación del tejido fetal.
La
nicotina aumenta la glucemia y los lípidos plasmáticos y le provoca disminución
del apetito que genera una menor ingesta de alimentos, reduciendo el peso del promedio de su bebé al nacer. Los lactantes que se hayan expuestos al tabaco en los períodos pre y post natal presentan entre 4 y 5 veces más riesgo de padecer síndrome de muerte súbita. Este riesgo aumenta proporcionalmente al tabaco consumido. Según la OPS el humo del tabaco ambiental es el causante del 40 % de los casos de muerte súbita del lactante.
También afecta
la maduración cerebral por alteraciones en la mielización y aumenta el riesgo de aborto.
En
los hogares de fumadores los niños son los más expuestos al humo del tabaco y son muy sensibles a sus efectos.
Pulmones pequeños
y mecanismos de defensa menos desarrollados los hacen especialmente
vulnerables. Su mayor frecuencia respiratoria hace que aspiren una mayor
cantidad de tóxicos en la misma cantidad de tiempo que un adulto.
Como
consecuencia a la exposición al humo, el niño puede presentar enfermedades
respiratorias con catarro de las vías aéreas superiores; aumento
del riesgo de otitis media aguda, recurrente y secretora; retardo
en el crecimiento y alteraciones neurológicas del comportamiento.
¡Los niños tienen el derecho a crecer en un medio libre de humo y deben ser respetados!
-Lic. Marcelo A. Bragiola-