En el momento de la consulta muchas
personas relatan con pesadumbre que comen de manera compulsiva alimentos que
saben que no son buenos para ellas. Se levantan a comer por la noche, picotean
entre horas, por la calle, en el coche, en el colectivo, incluso 15 minutos
después de haber terminado una comida principal. Comen cuando están enojadas,
angustiadas, preocupadas o cuando otra emoción las invade. Después, las
digestiones son pesadas, duermen mal y el humor es muy negativo, sintiendo
también en algunos casos culpa y tristeza. Esto no es exclusivo de las mujeres,
lo mismo les ocurre a muchos hombres.
El diálogo con el paciente permitirá interpretar las creencias y
pensamientos generadores de emociones
que lo perturban, ocasionándole diferentes síntomas.
Un abordaje holístico utilizará
distintas herramientas terapéuticas que
ayudarán al paciente sanando la raíz de su situación, ya que considera al ser
humano como una unidad, cuerpo- mente-
espíritu. Los tres planos están íntimamente relacionados y cualquier
desequilibrio en uno de ellos afecta de forma directa el equilibrio de los
otros.
Otro aspecto de sentir ansiedad hacia
la comida es el nutricional,
influyendo en un primer momento en el plano físico.
Cuando no obtenemos los nutrientes
que necesitamos a través de la alimentación diaria (hidratos de carbono, proteínas
y grasas saludables, vitaminas y
minerales), seguiremos ávidos de comida, pues nuestro organismo
demandará más alimento para conseguir dichos nutrientes valiosos.
Actualmente, la alimentación suele
ser bastante pobre, los alimentos que generalmente están presentes en la mesa
son desnaturalizados y desvitalizados, han perdido sus propiedades y han sido
tratados químicamente.
Hay determinados alimentos que causan
adicción, todos lo sabemos, como el café o el chocolate; pero más allá de estos
ya conocidos, hay otros que están presentes en nuestro consumo diario, y que
son muy adictivos. Estos son la
harina de trigo, el azúcar y los lácteos grasos, además de los fritos; que
también son nocivos para la salud.
Cuando el organismo, ávido por saciar
su sed de nutrientes, sigue demandando comida, los alimentos a los que recurre
principalmente son aquellos a los que es adicto: trigo, azúcar y lácteos. Así,
no es infrecuente que cuando uno come
compulsivamente, elija pan blanco, pasta italiana, galletitas, quesos, helados,
bombones… en lugar de comer zanahorias, manzanas o brócoli, ya que ni los
vegetales, ni las frutas frescas son adictivos.
El cuerpo humano es muy sabio y, cuando uno sigue hábitos saludables, es habitual que un día al levantarse por la
mañana piense: “¡Qué ganas de beber un licuado verde de espinacas, manzana
verde, menta y jengibre!”. Es el instinto,
que nos avisa lo que necesitamos; pero cuando uno se
alimenta mal, es típico levantarse por la mañana y, antes de entrar en la
ducha, ir a la cocina a buscar dulces o pan blanco. Es como el fumador o el alcohólico,
que necesita su dosis.
Un Acompañamiento facilita tu camino para que puedas actualizar creencias que te afectan; y
la Educación Alimentaria te permitirá elegir, preparar y disfrutar alimentos deliciosos y saludables que no
generan adicción y saciarán tu “sed de nutrientes”
Nancy Romeo (h) Inst. en Alimentación
y Salud