El sueño es una vía privilegiada de acceso al
inconsciente.
Freud resalta algunos rasgos comunes de todos
los sueños:
-Se producen cuando se duerme.
-Son procesadores de estímulos, permitiendo
prolongar el dormir.
-Se dan en imágenes visuales.
-Son interpretables.
Para armar un sueño la psiquis necesita
algunos elementos. Uno de ellos son los restos
diurnos, es decir, todas aquellas cosas que ocurrieron en el día o que
vienen ocupando nuestros pensamientos durante la vigilia.
El otro elemento, el fundamental, el que
funciona como energía para generar un sueño, está constituido por deseos inconscientes que van a intentar
una satisfacción (ya que no pueden lograrlo en la realidad) a través del sueño.
Se trata de un deseo reprimido, ya que es algo tan fuerte y, por lo general,
tan prohibido que no podríamos soportar ni siquiera saber acerca de él. Por eso
aparece en el sueño "disfrazado" para eludir la represión.
Además, suele ocurrir que en el sueño se
revivan situaciones traumáticas que no han podido resolverse y que, por eso,
reaparecen en la vida onírica buscando encontrar, esa resolución.
A veces, en este trabajo de armar el sueño,
la psiquis no consigue disfrazar lo suficiente el deseo o el hecho traumático,
y uno se despierta (generalmente angustiado). Se trata de un sueño de angustia.
Los pacientes son los que conocen, aunque no
lo sepan, lo que sus propios sueños quieren significar. Los psicoanalistas sólo
los ayudamos a traducir lo que ellos dicen en un “idioma” que les es
desconocido.
Yendo a algo más cotidiano podríamos hacer referencia a un
dicho que sostiene que “el día prepara la noche y la noche prepara el
día”.
Para muchos esta función, por algún motivo,
“falla”.
El insomnio es el trastorno del sueño
más frecuente y lo padece el 30% de los argentinos.
La persona que experimenta insomnio tarda más de 20
minutos para dormirse, se despierta más de una vez durante la noche y se
levanta demasiado temprano con la sensación de sueño no reparador.
Al día siguiente siente malestar físico y un bajo rendimiento en
sus actividades cotidianas. Esto pasa al menos 4 veces a la semana en el
término de un mes o más.
Si se torna crónico genera también dificultades
para concentrarse, prestar atención, problemas de memoria,
reducción de la capacidad para gozar de las actividades sociales y
puede elevar las probabilidades de depresión,
ansiedad y abuso de sustancias. Además, lleva a
una propensión a la obesidad, la hipertensión y la
resistencia a la insulina en diabéticos,
entre otros problemas.
Según la Asociación Argentina de
Medicina del Sueño en los últimos años aumentó la cantidad de personas
con insomnio debido principalmente a trastornos de ansiedad, estrés, depresión
y estímulos por pasar mucho tiempo viendo televisión, en la computadora o pendientes
del celular.
La preocupación intensa y el malestar por la
imposibilidad de dormir bien pueden generar un círculo vicioso.
Pensamientos negativos tales como
“¿Dormiré esta noche?”, “¿Me
tomo una pastilla o media?”, “Mañana será un día de mucho trabajo y seguramente
no me voy a dormir” o “Me quedo en el sillón, pero al ir a la
cama seguro que me despierto” generan un circuito de retroalimentación
negativa: cuanto más intenta la persona dormir, más frustrado y molesto se
encuentra, y menos duerme. A su vez, puede influir en la apertura de las
puertas a otros estímulos negativos como el cigarrillo, el café y el alcohol.
Los fumadores suelen
tener un sueño liviano y despertarse a las pocas horas de acostarse debido a la
abstinencia a la nicotina.
Las bebidas con cafeína y algunos fármacos como
píldoras para adelgazar o descongestivos actúan como estimulantes y provocan
insomnio.
El alcohol,
aunque puede ayudar a dormirse, también evita llegar a las etapas de sueño
profundo, haciendo que el descanso no sea de buena calidad.
Podríamos señalar algunas sugerencias a tener en cuenta para
el buen dormir:
-Seguir una rutina regular y sostenida, acostándose y
levantándose a la misma hora todos los días, ayudando así a mantener y
regularizar los ritmos biológicos.
-Cenar livianamente y a la misma hora, por lo menos dos
horas antes de dormir.
-Evitar la ingesta de café, té, gaseosas o cualquier
sustancia estimulante, así como de alcohol antes de acostarse.
-Mantener la tranquilidad del lugar donde se duerme.
Reservar su cama para dormir y tener sexo. Mantener la televisión, el celular,
la computadora, la comida… fuera del dormitorio.
-Optimizar las condiciones ambientales de la habitación
donde se duerme: temperatura constante (entre 16º C y 22º C), oscuridad, cama confortable
y almohada cómoda.
-Caminar, andar en bicicleta o nadar, entre otras actividades
físicas durante el día, ayudan al “buen dormir”. Evitar hacerlo dentro de las
dos o tres horas previas a acostarse.
-Un “baño caliente” y/o ejercicios de respiración y
relajación antes de acostarse ayudan a dormir.
-No transformar su tiempo en la cama en el momento de
resolver sus problemas. Podría hacerse una lista de las cosas para realizar al
día siguiente e intentar después “quitarlas de la mente”.
Aunque muchas veces no le demos suficiente importancia a este tema, el
sueño tiene un valor muy relevante en la calidad de nuestra salud tanto física
como psíquica… Si el dormir se transforma en un problema es aconsejable
recurrir a un profesional.
¡Felices sueños!