Las leches vegetales
se obtienen a partir de semillas y agua; mucho más sanas desde todo punto de
vista, tanto para adultos como para niños (desde los 6 meses si toleran bien
los cereales, 1 año para las leches de frutos secos).
La forma de
denominarlas correctamente es “jugos vegetales”, porque la leche es el producto
segregado por las glándulas mamarias de los mamíferos para alimentar a sus
crías. Pero se han popularizado como “leches vegetales” por su aspecto similar
a las leches conocidas. Tienen un limitado tiempo de conservación, 48 hs en la
heladera, aunque lo ideal es consumirlas en el día.
En general son todas
muy digestivas, las que provienen de los cereales que contienen gluten (trigo,
avena, cebada y centeno), pueden no ser bien toleradas por personas con
predisposición a intolerancia del gluten.
En cambio la de arroz
y quínoa son muy bien toleradas. Se deben cocinar, como todas las preparaciones
a base de cereales.
Las que provienen del
resto de las semillas (no cereales), no se deben cocinar y no son alergénicas.
Contienen casi todos
los nutrientes del cereal o la semilla de origen: proteínas, lípidos, hidratos
de carbono, minerales, y enzimas y vitaminas: las que no se cocinan.
Pueden usarse como
bebida: solas, endulzándolas con miel o azúcar integral (le modifica su color),
y/o saborizándolas con canela, vainilla, jengibre, cardamomo, harina de
algarroba. Se pueden agregar a infusiones de hierbas, a licuados y jugos de
frutas para enriquecerlos (manzana, uva, frutillas, durazno...), con licuados
de verduras (zanahoria, remolacha, apio, tomate, espinaca…). Ideales para
realizar cremas de vegetales, enriquecer salsas, mousse, mayonesas de
vegetales… Si se utilizan en preparaciones saladas, se pueden enriquecer con
aceites de 1° presión en frío: oliva, lino, girasol.
El residuo de la
elaboración de estas leches o bagazo (“lo que queda” después de extraerles el
líquido) se puede utilizar en todo tipo de preparaciones: vegetales rellenos,
masas, postres y brownie crudos (raw), o bien se pueden preparar paté
condimentándolos con aceite de oliva, sal, orégano, levadura de cerveza, jugo
de limón, ajo, cebolla…
Es alcalina (debido a
los minerales alcalinos de la almendra: calcio y fósforo), por lo que favorece
la salud de los huesos y dientes. Muy digestiva, ideal para el sistema
nervioso, no produce fermentaciones. Contiene vitaminas y ácidos grasos
poliinsaturados. Favorece la secreción láctea en las mamás que amamantan. Muy
indicada para las personas que están pasando por un período de convalecencia.
Ideal para combinarla con frutas frescas y deshidratadas.
Se prepara: dejando
en remojo 12 hs, 15 almendras, tirar el agua de remojo y licuar con ½ litro de
agua nueva;
filtrar con tela de
lienzo o similar. Se pueden pelar las almendras, luego del remojo la piel se
ablanda, en este caso si se tolera bien, no hace falta filtrarla con la tela.
NO calentar a más de 40°C, se destruyen sus nutrientes.
Leche de lino
Muy nutritiva, aporta
ácidos grasos esenciales, sobre todo, omega 3. Regulariza el tránsito
intestinal, ideal en la constipación o en las diarreas ya que sus mucílagos
protegen la mucosa intestinal; también es un alimento ideal para la flora
bacteriana intestinal.
Se prepara: con 1
taza de semillas de lino y 1 litro de agua. Se muelen las semillas y luego se
licuan con el agua. Se dejan reposar 3 hs y luego se filtra con tela de lienzo.
NO calentar a más de 40°C, se destruyen sus nutrientes.
Excelente aporte de calcio, ácidos
grasos esenciales y vitamina E.
Se prepara: dejando en remojo 10 hs,
1 taza de semillas de sésamo; tirar el agua de remojo y licuar o procesar con 1
litro de agua nueva; filtrar con tela de lienzo. NO calentar a más de 40°C, se
destruyen sus nutrientes.
Leche de avena
Es una de las más aceptadas por los
niños por su sabor agradable, aún sin el agregado de azúcar. Protege las células
intestinales de las irritaciones. Se utiliza sobre la piel como emoliente
(ablanda), en enfermedades eruptivas de
los niños, reacciones alérgicas, eczemas. Un toque de canela le da un sabor
algo dulce y muy
original. El agregado de una
cucharada de algarroba la convierte en “chocolatada”.
Se prepara: con ½ taza de avena
arrollada y 1 litro de agua. Mezclar y llevar al fuego fuerte hasta que hierva,
bajar el fuego a mínimo y cocinar por 3 minutos. Apagar el fuego y dejar
reposar 10 minutos. Licuar la preparación y filtrar
con tela de lienzo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario