El 24 de marzo -Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia- se recuerda
el Aniversario del Golpe de Estado de 1976 cuando en medio de problemas
políticos y sociales nuestro país entró en el período más trágico de su
historia. Con la
conmemoración de esta fecha se impulsa el repudio a lo que fue el Terrorismo de Estado, lo cual implica
-más allá de cualquier justificación que algunos quieran encontrar- la
imposición del terror, la deshumanización de los considerados “enemigos”, el
disciplinamiento político-social y la violencia ejercida por fuera de todo
marco legal.
Estos hechos tuvieron consecuencias no
sólo en la pérdida de vidas y 30.000 desaparecidos sino también en lo económico, político, social y
cultural.
En medio de una brutal represión popular por parte del Estado, se abrió la economía a capitales extranjeros y bienes importados. Muchas industrias nacionales quebraron y la deuda externa aumentó de USD 6.000 millones en 1976 a USD 42.000 millones en 1983. Muchos grandes "empresarios" de aquella época (y de esta) -como Franco Macri- aumentaron su riqueza haciendo negocios con la protección de las Juntas Militares (en el gobierno actual, esos personajes siguen haciéndolo -pero esta vez desde dentro del Estado mismo!).
En medio de una brutal represión popular por parte del Estado, se abrió la economía a capitales extranjeros y bienes importados. Muchas industrias nacionales quebraron y la deuda externa aumentó de USD 6.000 millones en 1976 a USD 42.000 millones en 1983. Muchos grandes "empresarios" de aquella época (y de esta) -como Franco Macri- aumentaron su riqueza haciendo negocios con la protección de las Juntas Militares (en el gobierno actual, esos personajes siguen haciéndolo -pero esta vez desde dentro del Estado mismo!).
En grandes mayorías surgieron los
mecanismos buscados por la represión: no enterarse del todo, mantener
cuasi-secreto lo secreto, aceptar la eficacia del pánico evitando la conciencia
del mismo, aislamiento, manía, violencia desplazada, racionalizaciones… todo
precedido por la incertidumbre y el sobresalto.
Cuanto mayor es la degradación
de los ojos que no ven, más siente el corazón el terror eficaz que paraliza. Entonces la mayor verdad es la mentira que encubre la evidencia.
Historizar es, en cierta forma, una manera de tomar conciencia de los hechos vividos.
Implica hacer memoria e incluye
siempre a los otros.
El presente remite al pasado y el pasado al presente.
La
recuperación y construcción de la
memoria histórica -frecuentemente teñida por intereses- sigue siendo un
proceso dinámico, un elemento de crítica social y de reflexión. Implica una
revisión del pasado que se resignifica en el presente con una gran carga
simbólica.
Tengamos en cuenta que el olvido como valor social promueve la repetición de los hechos. Hay que estar alerta con esto!
En los años que van desde el fin de la
dictadura a la actualidad hemos aprendido que la memoria es la base indispensable de la identidad individual y colectiva, que la verdad es un imperativo ético y el mejor aliado de la prueba de realidad y que la justicia funciona como un verdadero organizador psicosocial.
Podríamos reflexionar haciéndonos
algunas preguntas: ¿Qué disposiciones personales y colectivas hicieron posible
semejantes niveles de horror? ¿Cómo pudimos llegar tan lejos como sociedad?
¿Qué explica que hayamos podido convivir en su momento con tales niveles de
crueldad? ¿Cuánto cambiamos desde entonces? ¿Cómo puede ser que muchas "Doñas Rosas" apoyen la liberación de genocidas presos por la justicia? Las preguntas pueden replicarse
hasta el infinito…
Finalizo con esta frase de Lacan: “De
nuestra posición de sujetos somos siempre responsables”… De allí la importancia
de hacernos cargo activamente de nuestra historia no sólo personal sino también colectiva.
-Marcelo A. Bragiola-