miércoles, 23 de marzo de 2016

24 de marzo, un buen día para reflexionar

      El 24 de marzo -Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia- se recuerda el Aniversario del Golpe de Estado de 1976 cuando en medio de problemas políticos y sociales nuestro país entró en el período más trágico de su historia. Con la conmemoración de esta fecha se impulsa el repudio a lo que fue el Terrorismo de Estado, lo cual implica -más allá de cualquier justificación que algunos quieran encontrar- la imposición del terror, la deshumanización de los considerados “enemigos”, el disciplinamiento político-social y la violencia ejercida por fuera de todo marco legal.
      Estos hechos tuvieron consecuencias no sólo en la pérdida de vidas y 30.000 desaparecidos sino también en lo económico, político, social y cultural. 
      En medio de una brutal represión popular por parte del Estado, se abrió la economía a capitales extranjeros y bienes importados. Muchas industrias nacionales quebraron y la deuda externa aumentó de USD 6.000 millones en 1976 a USD 42.000 millones en 1983. Muchos grandes "empresarios" de aquella época (y de esta) -como Franco Macri- aumentaron su riqueza haciendo negocios con la protección de las Juntas Militares (en el gobierno actual, esos personajes siguen haciéndolo -pero esta vez desde dentro del Estado mismo!). 
      En grandes mayorías surgieron los mecanismos buscados por la represión: no enterarse del todo, mantener cuasi-secreto lo secreto, aceptar la eficacia del pánico evitando la conciencia del mismo, aislamiento, manía, violencia desplazada, racionalizaciones… todo precedido por la incertidumbre y el sobresalto.
      Cuanto mayor es la degradación de los ojos que no ven, más siente el corazón el terror eficaz que paraliza.      Entonces la mayor verdad es la mentira que encubre la evidencia.
      
      Historizar es, en cierta forma, una manera de tomar conciencia de los hechos vividos. Implica hacer memoria e incluye siempre a los otros.
      El presente remite al pasado y el pasado al presente.
      
      La recuperación y construcción de la memoria histórica -frecuentemente teñida por intereses- sigue siendo un proceso dinámico, un elemento de crítica social y de reflexión. Implica una revisión del pasado que se resignifica en el presente con una gran carga simbólica.
      Tengamos en cuenta que el olvido como valor social promueve la repetición de los hechos. Hay que estar alerta con esto! 

      En los años que van desde el fin de la dictadura a la actualidad hemos aprendido que la memoria es la base indispensable de la identidad individual y colectiva, que la verdad es un imperativo ético y el mejor aliado de la prueba de realidad y que la justicia funciona como un verdadero organizador psicosocial.

      Podríamos reflexionar haciéndonos algunas preguntas: ¿Qué disposiciones personales y colectivas hicieron posible semejantes niveles de horror? ¿Cómo pudimos llegar tan lejos como sociedad? ¿Qué explica que hayamos podido convivir en su momento con tales niveles de crueldad? ¿Cuánto cambiamos desde entonces? ¿Cómo puede ser que muchas "Doñas Rosas" apoyen la liberación de genocidas presos por la justicia? Las preguntas pueden replicarse hasta el infinito…

     Finalizo con esta frase de Lacan: “De nuestra posición de sujetos somos siempre responsables”… De allí la importancia de hacernos cargo activamente de nuestra historia no sólo personal sino también colectiva.

                                                             -Marcelo A. Bragiola-

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