El nexo entre sobrepeso y malestar psicoemocional es
evidente. La obesidad es a la vez causa y consecuencia de situaciones
emocionales, y el enojo no es ajeno a ellas.
Frecuentamente se produce una
realimentación mutua que origina un círculo vicioso.
Muchas personas ceden al impulso de comer
compulsivamente en la primera ocasión que se les presenta cuando están
sometidas a situaciones de enojo.
Se utiliza la comida como recurso para
satisfacer las necesidades emocionales, mejorar el ánimo o anestesiar los sentimientos.
En el núcleo del enojo siempre hay frustración, una necesidad insatisfecha en la que se espera algo y, en su lugar, sucede otra cosa que desilusiona y decepciona.
Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, comentaba que los individuos nacemos con un innato sentido de amor, pero que la ira y la hostilidad nos llegan cuando la necesidad de amor no es satisfecha o está frustrada.
Según el diccionario, el enojo es “un sentimiento de ira o enfado”.
También dice: “molestia, disgusto,
pesar”.
En realidad se trata de una de las emociones más
frecuentes en el ser humano. Todos nos enojamos, en ocasiones, por algo que alguien nos hace (según nuestra percepción), por algo que no nos hacen, o por algo que nosotros mismos hicimos o dejamos de hacer.
El enojo comprende
sentimientos que varían en intensidad desde una molestia hasta la furia y la
rabia, acompañados de manifestaciones del Sistema Nervioso Autónomo.
El SNA es la parte del sistema nervioso que controla las
acciones involuntarias produciendo la dilatación de las pupilas y los
bronquios, el aumento de la fuerza y frecuencia cardíaca, la disminución de las
contracciones estomacales y la estimulación de las glándulas suprarrenales.
También hay personas que parecen vivir
constantemente en este estado y, generalmente, son aquellas con las cuales no
quisiéramos estar (al menos desde un registro consciente).
El enojo puede manifestarse de diferentes maneras, entre otras:
-En forma de agresión hacia afuera, muchas
veces desplazada hacia quienes aparentemente no tienen relación con ese enojo.
-Acumulando el enojo y agrediéndose a sí
mismo. En el ámbito de la salud, el enojo, al igual que cualquier otro
sentimiento negativo nos hace daño repercutiendo en nuestro bienestar físico ya
que la química de nuestro organismo pierde el equilibrio deteriorando el
sistema inmunológico entre otras cosas, por lo que somos presas fáciles de
enfermedades tales como gastritis, dermatitis, colitis o síntomas desagradables
como dolor de cabeza.
-Como disparador de conductas compulsivas tales como los atracones, la ingesta de alcohol o el consumo de drogas.
La emoción de enojo es una condición necesaria
pero no suficiente para el desarrollo de actitudes hostiles y manifestaciones
de conducta agresiva.
Como provocadores del enojo pueden
mencionarse:
-La sensación de encontrarse en peligro.
-Los estresores cotidianos (tensiones
experimentadas durante el día). Por ej, una persona que ha tenido un día difícil en
el trabajo será especialmente vulnerable a enojarse más tarde en su casa por
algo.
-La insatisfacción y/o frustración.
La cuestión es ¿qué puedo hacer yo contra
el enojo?
Un primer paso importante sería poder
preguntarnos: ¿Con qué o con quién es mi enojo? ¿Tiene que ver con algún enojo de
mi pasado que no pude afrontar en su momento y que sigo sin resolver en mi
vida actual? ¿Me enojo con esta persona porque en realidad estoy proyectando
algo propio?
¿Mi enojo tiene que ver con estar atado a
mandatos ajenos y a no seguir mis propios deseos?
Un segundo paso importante podría ser trabajar nuestra
asertividad ¿Cómo expreso mi enojo?
Lic Marcelo A. Bragiola
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