jueves, 11 de diciembre de 2014

Algunos mitos sobre el cigarrillo

      Que el tabaco me tranquiliza, que yo fumo poco porque casi todo el cigarrillo se consume en el cenicero, que... En realidad nada de esto es así y forma parte de un arraigado decálogo de mitos de nuestra sociedad.
      Según la Real Academia Española una de las acepciones para la palabra mito es "persona o cosa a las que se atribuyen cualidades o excelencias que no tienen, o bien una realidad de la que carecen".
      Podríamos agregar que los mitos están relacionados con las falsas creencias, las cuales determinan la forma en que interpretamos los acontecimientos. Se toman como totalmente válidas, correctas.
      En el contexto de las adicciones en general  -y del tabaquismo en particular- sirven de argumento, justificación o excusa para mantener el hábito.
      Vamos a detenernos en algunos de estos mitos:

      -"El tabaco me tranquiliza...". 
Verdad: esa "tranquilidad" se debe a la acción central del tabaco, pero desaparece cuando los niveles de nicotina en la sangre disminuyen y dan paso al sindrome de abstinencia.
      En realidad, lo que ocurre es que la nicotina calma los síntomas de la abstinencia más que los "nervios". Por eso decimos que el cigarrillo constituye una "trampa química".

     



      -"Yo fumo poco porque casi todo el cigarrillo se consume en el cenicero...".
Verdad: el fumador que deja quemar el tabaco en el cenicero procurando hacer menos pitadas, va a respirar mayor concentración de cancerígenos porque el humo que se desprende de la porción final del cigarrillo es más tóxico que el que se inhala directamente al fumar a través del filtro. El primero tiene el 85 % de los tóxicos.
      El humo ambiental del tabaco (HAT) contiene más de 4000 productos químicos irritables o tóxicos, de los cuales unos 50 son cancerígenos.

      -"Yo no dependo del tabaco, puedo dejar de fumar cuando quiera...". 
Verdad: pruebe dejar de fumar en una situación cotidiana, no cuando esté enfermo, y verá que es más difícil de lo que pensaba. Todo fumador es dependiente aunque fume poco.
      El tabaquismo es una adicción muy poderosa y la mayoría de las personas no puede manejarla simplemente con la voluntad. La nicotina es tan adictiva como la cocaína y la heroína.


      -"No noto que me haga tanto daño. Tendría que fumar mucho más tiempo para notar los efectos negativos del tabaco...". 
Verdad: la sola acción de fumar un cigarrillo produce -a los 8 segundos- un aumento de la tensión arterial sistémica que dura 15 minutos y una elevación de la frecuencia cardíaca de 10 a 15 latidos por minuto. Puede que usted no note el daño, pero su organismo sí que lo detecta.

      -"Conozco personas fumadoras que tienen más de 80 años...". 
Verdad: está absolutamente demostrado en innumerables estudios científicos que el tabaquismo es la primera causa prevenible de enfermedad y muerte prematura. Esto no significa que no ocurran excepciones, pero se sabe que la expectativa de vida se reduce un promedio de 8 años en los fumadores de 40 cigarrillos diarios.
      Este mito se construye a partir de los sobrevivientes que están lejos de representar a la totalidad de los fumadores. Uno no ve envejecer a los que han muerto a causa del tabaco.

      -"Si dejo de fumar engordo". 
Verdad: no todos los que dejan de fumar aumentan de peso. Está comprobado que 1/3 de ellos engorda, 1/3 adelgaza y 1/3 no cambia de peso.
      El aumento de peso se debe fundamentalmente a un mayor incremento de la ansiedad que muchas personas intentan calmarla con comida -como sustituto del cigarrillo- y, en menor medida, a un cambio matabólico. Además, la recuperación del gusto y del olfato aumentan el disfrute de los alimentos.


      Sería importante comenzar a "desarmar" algunos de estos mitos y plantearnos la posiblidad concreta de dejar de fumar, si fuera necesario con ayuda de un tratamiento de cesación tabáquica.
                                                           
                                                    Lic. Marcelo A. Bragiola


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