“Se fija en mí justo ahora que estoy excedida de peso…
Le dije que no quiero saber nada con él…”, decía una paciente.
Otra paciente relataba que se
encargó de “espantar a cada noviecito de
la secundaria…cada vez que las cosas empezaban a ponerse comprometidas…”. Tenía
miedo de que su sobrepeso fuera un obstáculo en la cama y quería ahorrarse esa
desilusión. “Recién pude tener mi primera
relación a los 28 años… después de un tiempo de terapia… y un tratamiento para
mi obesidad…”.
Sin detenernos en el caso de
los híper-obesos, quienes tienen algunas barreras físicas que pueden dificultar
sus movimientos y su rendimiento sexual, las personas con problemas de
sobrepeso suelen tener dificultades en relación a su sexualidad y a su propio
cuerpo que van más allá de posibles obstáculos físicos.
En muchos casos estas
dificultades están vinculadas con la sensación de culpa -culpa por comer, por no adelgazar, por no adaptarse a los
estereotipos del cuerpo socialmente aceptado- y la falta de confianza en sí mismo, que se traducen en un sentimiento
casi constante de inseguridad.
Poco a poco el cuerpo es
convertido en un “enemigo” aunque, claro está, que la inseguridad no es sólo
con el cuerpo, sino también con otros aspectos de la vida.
En realidad, los problemas de los obesos no se diferencian demasiado de otras personas que tienen miedo al rechazo.
Pero a ellos se les agrega un comportamiento que aumenta las complicaciones y produce una especie de “círculo vicioso”: se ven gordos, no salen por miedo a que los miren mal, se angustian y comen...
Generalmente, empezar un
tratamiento para bajar de peso ayuda a mejorar la calidad de vida y esto
incluye a la
sexualidad. El iniciar un tratamiento y comenzar a establecer
una relación diferente con el propio cuerpo -en realidad consigo mismo- y
percibir algunos avances mejoran la seguridad y la autoestima, ayudando a
perder miedo, ganar confianza, y a animarse a seducir, facilitando así la
relación con una pareja.
La aceptación de sí mismo implica una mayor seguridad y el “desafío” de
arriesgarse a una relación que, como les pasa también a las personas delgadas,
puede salir bien o mal.
Aceptar el propio cuerpo
permite también aprovechar sus potencialidades. Muchos pacientes dan como obvio
que a los del otro sexo no les gustan las personas “gorditas”, sin darles el
derecho a elegir. Se sorprenderían al saber que a muchos les atrae más un
cuerpo no delgado, con curvas, que uno no delgado.
No todos somos iguales ni deseamos de la misma forma. El deseo, el amor es tan grande que trasciende cualquier balanza.
Lic. Marcelo A. Bragiola
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