Es un buen
propósito que los chicos aprendan a comer más frutas y verduras. Cada una de ellas se atesorará en su pequeño
cuerpo brindando riqueza de vitaminas y
minerales a lo largo de sus vidas. Opuestamente reducirán la posibilidad de
adquirir patologías como obesidad,
hipertensión, diabetes tipo 2, colesterol alto entre otras.
Es necesario
reconocer que si los adultos no
consumimos vegetales o no los presentamos en la mesa oscurecemos el camino
para ver el arco iris en la mesa familiar.
Cuando en
nuestro plato aparecen muchos colores,
sin saber demasiado sobre nutrición tenemos la pauta de que estamos mejorando
nuestra alimentación.
Podemos
destacar entre los numerosos nutrientes de las verduras, la VITAMINA A, porque ésta se encuentra en
la mayoría. La vitamina A cumple una función esencial en la visión, ya que permite percibir
detalles cuando la luz es tenue.
Para llamar
la atención de los niños, se les podría enseñar que las verduras tienen muchas
vitaminas que los ayudan a ver mejor en la oscuridad, a estar sanos y fuertes.
Es importante
que los chicos se familiaricen con las FRUTAS, conozcan sus variedades y la
importancia de comerlas. Entre los distintos nutrientes de las mismas elijo
destacar la VITAMINA C, porque en
mayor o menor medida se encuentra en todas las frutas frescas.
Para lograr
que los niños conozcan y acepten las distintas frutas y verduras, es necesario
que las prueben hasta en 15 oportunidades.
Cada vez que
ofrezcan una misma fruta prueben distintas formas de presentación o preparación,
por ejemplo banana cortada en rodajitas formando una espiral, licuada con
leche, mezclada con otras frutas y/o con
yogur …
Aprender
cuáles son las frutas de estación e inclusive ir a comprarlas juntos con sus
mochilas, carritos, changuitos o camioncitos les podría resulltar divertido.
Reemplazar
las golosinas por alguna fruta fresca, frutas desecadas o secas (pasas de uva,
almendras, nueces…) es una buena
sugerencia como también alentarlos a que participen en la preparación de las mismas
para su consumo: lavarlas, cortarlas, pisarlas, decorar platos formando figuras.
Lo mismo con los vegetales, hay que dejar que nos ayuden a lavarlos,
escurrirlos, cortarlos o a preparar
alguna receta.
Es inevitable
que estas actividades se conviertan en un acto de amor y comunicación.
Cuando al
niño no le guste alguna verdura, no
forzarlo. Conviene intentar en otro momento, con mucha paciencia y de una forma
diferente: tomates cherries, tomates rellenos, salsa de tomate, rodajas de
tomate en una pizza…y lo que la imaginación despierte.
Es importante
no “chantajear” a los chicos para que coman verduras (“Si comés la ensalada
podés ir a jugar”).
En la cocina
la creatividad y el ingenio siempre deben estar presentes,
y para despertar la curiosidad de los “bajitos” no hace falta ser un experto cocinero.
Podemos disfrazarlas agregándolas a comidas que
ya les gustan, transformarlas en
distintas preparaciones: milanesas, purés, brochettes, croquetas, hamburguesas,
salteadas con pollo y arroz, pizza de vegetales o de cualquier otra manera que
se nos ocurra.
Como todo hábito nuevo lo incorporaremos
paulatinamente; la repetición del
mismo y la decisión del cambio nos permitirá afianzarlo.
Los chicos y
nosotros iremos desplazando la comida poco saludable hacia una nube tormentosa
para que en nuestro hogar brille un luminoso y colorido ARCO IRIS.
Nancy Romeo
(h), Inst. en Alimentación, Salud y Activ. Física.
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