miércoles, 30 de septiembre de 2015

Alzheimer: perdiendo la propia historia...

      El 21 de septiembre se conmemoró el Día Mundial del Alzheimer, enfermedad que afecta a más de 40 millones de personas en el mundo y que es padecida por el 10 % de los mayores de 65 años de edad.

      Es la demencia más frecuente en personas de avanzada edad (se diagnostica en el 50-60 % de todos los pacientes con demencias).
      Demencia es un término general para describir la pérdida de memoria y de otras habilidades intelectuales y es tan severa que interfiere con la vida cotidiana del individuo. Además del Alzheimer incluye -entre otras- la demencia vascular (artereosclorosis)  y la demencia debida a la enfermedad de Parkinson.
   
      Esta enfermedad fue descubierta en 1906 por el psiquiatra y neurólogo alemán Alois Alzheimer, aunque el 90 % de lo que sabemos sobre ella surgió en los últimos 15 años.
      Es una enfermedad degenerativa, progresiva e irreversible de las células nerviosas del cerebro.
      Los cambios en el cerebro pueden comenzar silenciosamente 10 a 15 años antes de que los síntomas se manifiesten.
      En toda persona sana las neuronas producen dos proteínas:
-Beta-amiloide: se localiza fuera de la neurona (en la membrana que la recubre).
-Tau: se localiza en el interior de la neurona.
      Durante el curso de la enfermedad se produce una depositación proteica anormal, desarrollándose “placas” (de beta-amiloide) y “ovillos” (de proteína Tau) en la estructura del cerebro, comenzando en el hipocampo (centro de la memoria) con la destrucción de las neuronas y de sus conexiones efectivas.
      La enfermedad comienza con la pérdida de capacidad de la memoria reciente. Así, por ejemplo, una persona afectada puede olvidar dónde estacionó su automóvil aunque no se altere su capacidad para manejarlo.
      A medida que va progresando se van comprometiendo otras áreas del cerebro, afectando gradualmente las funciones relacionadas con el lenguaje (el paciente empieza a no encontrar palabras para nombrar algo), surgiendo dificultades en el pensamiento lógico (el cual cumple funciones ejecutivas como planificar, organizar) y desregulaciones emocionales (que pueden aparecer desde el principio).
      Posteriormente se ve afectado el área parietal del cerebro, encargada de la integración sensorial (el paciente comienza a no comprender su entorno) y en forma paulatina las áreas caudales (produciendo el olvido de recuerdos lejanos). Luego se va comprometiendo la motricidad y finalmente la parte respiratoria y cardiovascular.

      Estos son algunos de los síntomas que podrían anunciar su aparición:
-Pérdida de la memoria de corto plazo.
-Dificultad para desempeñar tareas habituales.
-Problemas con el habla (como no encontrar palabras).
-Desorientación de tiempo y lugar.
-Incapacidad para juzgar situaciones cotidianas.
-Dificultad para realizar tareas mentales.
-Colocación de objetos en lugares equivocados.
-Cambios repentinos en el humor.

     ¿Cuáles se consideran factores de riesgo? Estos son los principales:
-Historial genético familiar. Hay una predisposición genética (aunque no determinante).
-Edad.
-Bajo nivel de educación.
-Los factores de riesgo cardiovascular como la obesidad, el sedentarismo, la hipertensión, la diabetes, el tabaquismo.
-Afecciones cardíacas.
-Depresión.
-Estrés.
-Lesiones graves en la cabeza.

     Numerosas investigaciones señalan que existen ciertos factores que protegen o retrasan la aparición de trastornos cognitivos como la pérdida de memoria en la edad adulta. Para prevenir el desarrollo de esta enfermedad se pueden adoptar diferentes prácticas desde la niñez en adelante:
   -Alimentación saludable: una dieta equilibrada, rica en frutas, verduras y pescados de aguas frías, evitando las grasas, las frituras y los excesos de sal, ayuda a mantener las funciones mentales en buen estado.

   -Mantener una presión arterial normal.
   -Tener niveles de colesterol normales.
   -No fumar.
   -No tomar alcohol.
   -Reducir el estrés.
   -Practicar actividad física.
   -Mantener la mente activa. Al cerebro, al igual que al cuerpo, es necesario ejercitarlo.
   -Llevar una vida social activa.


   


           Dentro del proceso de envejecimiento normal existe un deterioro de la memoria que se acentúa a partir de los 65 años, pero prácticamente no afecta la vida diaria. Los problemas de memoria comienzan a ser serios cuando la vida cotidiana de quien los padece se ve comprometida, afectando la relación con su entorno. En este caso, donde el cambio es tan marcado como para que las personas que nos rodean lo noten, es aconsejable hacer una consulta.
                                                                             Lic. Marcelo A. Bragiola

1 comentario:

  1. Muy bueno y claro!!! Una vez más la alimentación saludable y la actividad física adecuada para cada persona y sostenidas en el tiempo previenen una patología.

    ResponderBorrar